Por José E. García – Escritor, poeta y pintor dominicano
Hay libros que se escriben con tinta y otros que se escriben con alma. Rostros Prestados, el primer poemario de la escritora Ana L. Ortega, pertenece a esta segunda categoría. Más que una recopilación de versos, es una revelación poética nacida de la experiencia humana más profunda.
La autora no sigue caminos trazados: su poesía rompe esquemas y se desborda como el alma cuando necesita hablar. Escribe desde la herida, pero también desde la esperanza; desde el silencio que, cansado de callar, se transforma en palabra encendida.
Desde sus primeras páginas, el libro revela la madurez de una voz auténtica, libre y necesaria. Sus poemas no ofrecen respuestas, sino espejos: reflejos rotos, empañados, fieles… pero siempre humanos. En ellos habitan verdades sobre el dolor, la ternura, la belleza y la contradicción que nos define.
“Es el eco de un silencio que no supo quedarse callado.”
La obra transita por dos territorios esenciales: la lucha personal de la autora frente a grandes retos de salud, y la vivencia del exilio y el desarraigo. En ambos escenarios, Ortega se muestra valiente y honesta, despojada de rencores. Su poesía es, también, un acto de perdón.
“Poemas con honestidad que despiertan al lector. Despojada del rencor de las heridas recibidas, tiende la mano de la comprensión en cada experiencia irrepetible.”
Leer Rostros Prestados es mirar de frente las máscaras que usamos para sobrevivir y descubrir el alma que se esconde debajo. Ortega no adorna sus emociones: las expone con una ternura salvaje y una lucidez que toca.
Este no es un poemario que solo se lee, es un poemario que se siente y permanece. Ana escribe como vive: con coraje, transparencia y profundidad. Después de leerla, el lector ya no es el mismo.
Rostros Prestados es, sin duda, una joya literaria que irrumpe con fuerza en la poesía contemporánea y abre camino a una autora destinada a convertirse en referencia.
José E. García: Escritor, poeta y pintor dominicano
